Reporte 79: Cuarta Transformación e Incertidumbre

Vivimos tiempos modernos, inmersos en una era digital que todo lo simplifica y automatiza, con información al alcance de la mano y múltiples posibilidades de...

8 de enero, 2019

Vivimos tiempos modernos, inmersos en una era digital que todo lo simplifica y automatiza, con información al alcance de la mano y múltiples posibilidades de comunicación. Ya he escrito en múltiples ocasiones que lo mío no es la política ni la economía, muchos menos las finanzas y sin embargo, la vida se ha encargado de colocarme en sitios estratégicos en los que he podido aprender algunas cosas sin convertirme en especialista de la materia; por ello, la propuesta de mi colaboración semanal es tratar los temas “a nivel de cancha” y como la ciudadana de a pie que soy, que diariamente convive con los pesares del país en que vivimos pero que también ha aprendido a disfrutar de la belleza que hay en él aunque por el momento, no me quede claro el rumbo al cual nos dirigimos con temas como que #nohaygasolina los despidos masivos en las instancias gubernamentales, la especulación en los precios y todas las promesas de campaña que parecen no haber encontrado la forma para hacerlas pasar de eso: promesas.

La #CuartaTransformación no es y no será posible mientras sigamos instalados en el discurso del pasado, resultemos beneficiados de la corrupción que impera en México y nos neguemos a aportar nuestro granito de arena desde nuestras trincheras y desde lo mejor que sabemos hacer. El país hoy parece una casa desordenada con muchos tiliches por tirar a la basura, remodelaciones que hacer y cosas que poner en su lugar pero sin un objetivo claro de por dónde empezar. Imagine usted que toma la decisión de hacer mejoras en su casa: planea pintar, cambiar de muebles, mejorar la cocina, reforestar el jardín y modernizar la fachada ¿Cuál sería su prioridad? ¿En base a qué elige dar el primer paso? ¿Considera usted empezar de adentro hacia afuera o viceversa? O ¿Elige empezar todo de una vez al fin y al cabo goza de solvencia económica y mientras su casa es remodelada usted podrá pasar una temporada en otra de sus casas? ¿A quién contrata: un arquitecto, un maestro albañil con años de experiencia, un diseñador de interiores, un ingeniero de obra o a todos a la vez? Con esta analogía que puede parecer muy burda, llevo varios días intentando entender la lógica de la transformación y de verdad que no le encuentro pies ni cabeza porque si ya existía un caos que heredaron los nuevos dirigentes políticos ahora se está armando uno nuevo.

En términos de comunicación, emitir un mensaje y luego retractarse o corregirlo o cambiarlo, habla de una falta de línea de comunicación y de congruencia entre lo que se dice y se hace, lo cual genera incertidumbre y desconfianza. Del otro lado de la moneda, cierto es que Roma no se hizo en un día (ni la nación y mucho menos la película) y arreglar, mejorar y trasformar son conceptos diferentes que requieren de habilidades específicas y de una planeación alineada con la ejecución de forma magistral que será posible sí y sólo sí todos “jalan parejo” pero del dicho al hecho, hay mucho trecho y una cosa son las órdenes enviadas desde el ejecutivo y otra, los medios y formas para convertirlas en realidad. Buena idea es iniciar con un plan de austeridad (incluso a nivel personal todos deberíamos adoptarlo tanto para prevenir como para convertirlo en un estilo de vida) pero mala idea es reducir salarios y ejecutar despidos al margen de la ley, solicitando renuncias por una parte proporcional de lo que corresponde a un servidor público que ha laborado más de diez años para el gobierno. Porque pensándolo mejor, ¿de qué vivirán ahora los burócratas despedidos? Y más aún, los despidos generan un rebote en el plan educativo pues quien tiene hijos en edad escolar y en escuelas particulares, no podrá seguir solventando el pago de las colegiaturas. En el caso de las aseguradoras ¿Qué pasará ahora que señor gobierno no comprará pólizas grupales para su personal? El desabasto de la gasolina por las razones que sean, impacta directamente al transportista, al comerciante, al empleado, al estudiante y así sucesivamente en un efecto dominó que parece interminable.

Durante décadas, México se convirtió en una casa deteriorada con algunos parches que lograban no dejarla caer en ruinas, ahora toca trabajar en su remodelación ¿Estamos empezando bien o tenemos un problema mayúsculo ahora que al parecer, nada funciona ni siquiera a su media capacidad? Quizá se destaparon muchos hoyos a la vez, quizá haya mucho qué corregir, lo cierto es que el impacto está llegando más allá de lo que quizá, no se previó.

 

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