¡El Regreso del Cácaro!

¿Por qué una película cuyo tema central es la esperanza en la humanidad y que fue estrenada hace doce años resulta relevante en tiempos poselectorales...

23 de octubre, 2018

¿Por qué una película cuyo tema central es la esperanza en la humanidad y que fue estrenada hace doce años resulta relevante en tiempos poselectorales y de estrenos con súper héroes como personajes principales? Porque la reflexión y la crítica sobre el futuro que nos depara nunca estará pasado de moda y porque el cine, con sus múltiples posibilidades y gracias a su lenguaje particular, nos permite vivir otras realidades.

Los niños del hombre (2006, Alfonso Cuarón) es un filme del género distópico (se refiere básicamente a las sociedades ficticias en las que la realidad transcurre en términos antiéticos, algunas de las veces operadas por gobiernos tiránicos y opresores. Son, en resumidas cuentas, sociedades indeseables. Distopía es el antónimo de «utopía»; término acuñado por Tomás Moro, utilizado para describir a la “sociedad ideal”. El problema ético en las distopías comienza cuando dicho ideal es puesto en marcha socavando cualquier garantía individual en pro del funcionamiento de la sociedad) cuyo argumento gira en torno a la salvación de una mujer que ha logrado embarazarse en un mundo en el que la infertilidad impera desde hace dos décadas. Como habitualmente ocurre, la película no alcanzó éxito en taquillas ni recuperó su inversión; sin embargo, es considerado un largometraje de culto en su género.

Y como en este espacio no se pretende hacer una crítica cinematográfica sino tomar algunas cintas para comentarlas y relacionarlas con la actualidad, Niños del Hombre cae como anillo al dedo en tiempos de violación a derechos humanos de los niños y niñas por las problemáticas fronterizas de nuestro país, por el incidente problema de fertilidad que enfrentan con mayor frecuencia hombres y mujeres (aunque en la película se habla de infertilidad femenina únicamente) y porque el caos impera aquí y allá irremediablemente o como diría mi mamá: el mundo está de cabeza pero en contraste, todos esos  niños que vienen a la vida por métodos de inseminación artificial o alquiler de vientres, enfrentan desde el momento de su concepción, un conflictos social y emocional para el que la humanidad no está preparada para enfrentar. Quizá pueda pensarse que la solución a gran parte de los problemas que tenemos como sociedad sea el dejar de reproducirnos pero con el paso del tiempo, en la solución estará un nuevo problema y no es necesario esperar a que llegue el año 2027 como en la película; desde ahora, es visible y desalentador darnos cuenta que nos dirigimos a la deshumanización y que incluso, un proceso de gestación, embarazo y crianza son cada vez más acelerados, impuestos y despersonalizados; algunos incluso, eligen ser padres de mascotas (perros o gatos) privilegiando la vida de un animal por encima de la vida humana.

Como siempre digo, el cine con todo y su ficción que le permite explorar, innovar y proponer, nos pone de frente a realidades que creemos lejanas pero parafraseando un conocido refrán: cuando los espectadores acuden a las salas de cine a mirar la película, los creadores ya dieron dos vueltas por el mundo y lo que nos presentan, es tan sólo la forma más matizada que encuentran para mostrarnos la realidad en que vivimos y ahí es donde radica su magia: ¿verdad o ficción?

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