Entre los muchos desatinos que tuvo Ernesto Zedillo como presidente está el de haber privatizado los ferrocarriles sin exigirle a las empresas que los adquirieron que mantuvieran el servicio de transporte de pasajeros entre las principales poblaciones del país. Así, en 1997 se realizó el último recorrido de un tren de pasajeros, que cubrió la ruta México-Veracruz. Desde entonces los mexicanos hemos tenido que movernos en automóviles, autobuses o aviones, a diferencia de los habitantes de la mayor parte de los países europeos que utilizan trenes para viajar.
Al vender los ferrocarriles, con total irresponsabilidad, el hombre que prefirió largarse del país al concluir su sexenio para trabajar para sus patrones estadounidenses, no solo nos privó de un excelente medio de transporte sino que condenó a la ruina económica a quién sabe cuántas poblaciones que se beneficiaban por el solo hecho de contar con una estación de tren que los unía con el resto del país.
Hoy, 21 años después, solo hay dos servicios de ferrocarril de pasajeros: el Chihuahua-Pacífico (Chepe), de 653 kilómetros de extensión, que conecta a la ciudad de Chihuahua con Los Mochis, Sinaloa y; el Tequila Express, de 40 kilómetros de extensión, que va de Guadalajara hasta las destilerías Herradura en Amatitán y José Cuervo en Tequila, Jalisco. Ambos, el Chepe y e Tequila Express han contribuido a la prosperidad de las poblaciones que sirven y, en el caso del primero, muchas poblaciones de Chihuahua y Sinaloa hubieran muerto sin su servicio.
Por todo lo anterior creo, sin ser un especialista en la materia, que es buena la idea del presidente electo Andrés Manuel López Obrador de construir un Tren Maya o Tren Turístico Transpeninsular que daría servicio en varios estados de la Península de Yucatán y del sur mexicano.
La ruta del Tren Maya que originalmente anunció AMLO iría de Cancún a Palenque, pasando por Tulum, Bacalar y Calakmul. Sin embargo, hace unos días dio a conocer que ahora se construirán dos ranales: la primera sería la ruta Palenque-Candelaria- Escárcega- Xpujil (cerca de Calakmul)- Bacalar-Tulum-Cancún; la segunda sería la ruta Palenque-Candelaria-Escárcega- Campeche-Mérida- Valladolid-Cancún. En total 1,500 kilómetros de recorrido.
Se estima que construir este tren costará entre 150,000 y 170,000 millones de pesos y con fondos públicos y privados. La licitación del proyecto se lanzará el 1 de diciembre y ojalá que la misma no adolezca de los defectos y aparentes corruptelas que acabaron con el proyecto del tren rápido CDMX-Querétaro que el gobierno de Enrique Peña Nieto prometió construir cuando era candidato presidencial.
El Tren Maya, de realizarse, beneficiará grandemente a los prestadores de servicios turísticos de Quintana Roo, Yucatán, Campeche y Chiapas. Si se hace bien el proyecto, también debe beneficiar a un buen número de habitantes de esos estados.
Ojalá que al concluir el sexenio de AMLO podamos exclamar, antes de irnos de viaje: ¡Qué nos lleve el tren!

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