Los Millennials y los Postmillennials: Los discapacitados sociales

Son la Generación “Y” y “Z” respectivamente.

20 de julio, 2015

Son la Generación “Y” y “Z” respectivamente. Algunos libros de sociología dicen que la “Y” abarca a los ochenteros y noventeros; y la “Z” a los noventeros y los nacidos a principios del 2000, o sea que habemos unos que somos un poco de las dos. Lo más representativo de estas dos generaciones es el alcance y el papel de la tecnología en nuestra vida diaria, lo último que vemos antes de dormir y lo primero al despertar es el celular; todos conocemos la lucha que representa ver el celular acostados y el dolor cuando se nos cae en la cara (ouch, sobre todo los híbridos de celular y tableta).

En mi opinión, yo diría que somos los atrasados y quién mejor que su servilleta para ser prueba de eso. En mi eterna búsqueda tratando de evitarlo acepté que  me convencieran de empezar un curso intensivo para convertirme en la especie humana más temida por mí, una maestra de inglés. Obviamente mi respuesta inmediata fue no. ¿Maestra? No podría imaginarme algo más sombrío. Empecé a tener flashbacks de mi penitencia en un salón de clases; las palpitaciones, la claustrofobia y la incertidumbre; y, fiel a la extraña dinámica de mamás honorarias – hija que tengo con ellas, no me quedó de otra más que encogerme de hombros y decir "ya qué". Desde que la propuesta fue mencionada hasta la fecha de inicio del curso me daba tiempo suficiente para hacerme a la idea de tener otro fracaso personal y profesional; me sentía de luto por la vida que acababa de descubrir en la que ya no cabían los salones de clases, calificaciones, ni maestros(as) del demonio, mucho menos la posibilidad que yo me convirtiera en una.

Apenas entré a mi nuevo salón lo que noté fue que todos eran gente joven y lo primero que hicimos fue presentarnos; decir nuestro nombre, carrera, expectativas sobre el curso y algo personal. "Diana…música… ¿expectativas…? Poder ganar dinero con algo" fue mi respuesta, todos estallaron en risas empáticas; de no haber sido la primera hubiera pensado en algo más diplomático y elegante, pero evidentemente no era la única que no se sentía plena con la idea y que todo esto era más bien parte del plan B. Todo lo que decían era "me estoy tomando un año antes de empezar la carrera", "estoy buscando otro ingreso", "mi mamá me obligó", y mi favorito "soy de Australia pero me vine a México hace años para conseguir trabajo".

Apenas llevo una semana que, física y emocionalmente, se ha sentido como un mes entero, pero en el mejor sentido. Los que estamos ahí hemos desarrollado una dinámica parecida a la de gente que se conoce de antes, aunque platicando con mis compañeros me he dado cuenta que ahora yo, a mis veinticinco, soy de las mayorcitas. De los que tienen dieciocho o diecinueve años he aprendido slang que en la vida había escuchado, ahora resulta que las tardeadas/fiestas/o lo que sea se llaman “reus”, témino proveniente de la palabra “reunión”; parece que algunos de esta generación llevan a la vida real la capacidad de síntesis requerida para escribir un twitt.

A la gente de mi edad nos tocó estar en la escuela en un tiempo en que las redes sociales apenas estaban empezando; todavía no estaba bien visto usar YouTube con fines educativos, muchos estábamos reacios a hacer el cambio de Hi5 o MySpace a Facebook porque todavía no era la gran cosa y Twitter no existía, ni hablar de Vine y las demás. Mientras que a algunos de mis colegas más jóvenes probablemente ya les tocó tener uno que otro escándalo inmortalizado en cualquiera de las anteriores.

Durante un descanso platicábamos de la música que escuchábamos en los noventa y me di cuenta que mi vida hubiera sido completamente diferente sin las boybands que me tocaron. Hasta las de aquí eran una joya, Magneto con Vuela vuela forma parte de la memoria colectiva, “¿Magneto era un personaje de X- Men?” le preguntaba un compañero de los más jóvenes a otro. Ellos sólo han visto el Justin Timberlake de ahora, padre de familia con el cabello alaciado y engelado, no en toda su gloria boybandera cuando su cabello tenía las puntas platinadas y se creía negro.                                                                                                      

“¿Cómo no sabes que se les dice reu?”, fue la pregunta que empezó mi semana. Quería publicarlo en Twitter, quería que alguien me consolara y me dijera que nadie decía así realmente, que sólo era una deformación del lenguaje, una palabra tonta como “peda”. Encima de todos los cambios de la semana fue la primera vez que era considerada una persona…grande. Atrás quedaron los días en los que despreocupadamente me podía burlar de los que usaban walkman. Me tranquiliza pensar que algún día tendrán veinticinco o treinta y alguien más les dirá “no lo publiques, te van a decir vieja”. 

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