Comienzo el año con una lectura muy gratificante: “Hacia la paz interior” del monje budista de origen vietnamita Thich Nhat Hanh, autor más conocido por su maravilloso libro “Miedo”. La presente obra nos invita a regalarnos momentos de paz a lo largo de nuestras jornadas cotidianas, sin necesidad de recurrir a un retiro espiritual de una semana para conseguirlo. Habla del valor de la respiración para ese propósito de colocarnos de manera plena en el aquí y el ahora hasta comprender que el único tiempo válido en nuestra vida es el presente, y que es a partir del mismo desde donde podemos construir una vida armónica.
Son muy sencillas las sugerencias que el autor nos hace para alcanzar un estado de paz en medio de la rutina más ajetreada. Nos dice que, incluso, en una oficina en la que hay un continuo repiqueteo de aparatos telefónicos, podemos alcanzar un estado mental que nos permita la serenidad.
Un concepto que, he observado, es muy constante en las doctrinas orientales, es el propósito de alcanzar un estado de bienestar conmigo mismo, muy contrario a las premisas del mundo moderno que nos llaman constantemente a estar haciendo algo, a que no haya un solo momento donde estemos de brazos caídos durante el día. Muy contrarias a esta tendencia del mundo occidental, las doctrinas de oriente llaman a colocarnos en sintonía con nosotros mismos en distintos momentos, que pueden ser desde el ir caminando, o escuchando la lluvia, o lavando platos. Si colocamos toda nuestra atención en cualquiera de estas actividades cotidianas, nos instalamos en situación de conocernos mejor, de responder mejor frente a los problemas que se nos presentan, y de armonizar con el universo.
Otro concepto de gran valor, que Nhat Hanh enfatiza, es el aprender a responder antes que reaccionar. La reacción es un modo de actuar reflejo ante un estímulo; casi diríamos que preconsciente. Para cuando nos percatamos, tal vez ya reaccionamos de un modo que no fue el idóneo. En cambio, responder implica un trabajo consciente para hablar o actuar de la mejor manera. Para lograr esto último es necesaria la serenidad, y la serenidad se consigue idealmente cuando conocemos nuestra estructura emocional y somos capaces de ponerla a trabajar de la mejor manera.
“Nadie puede garantizarnos alegría, paz o iluminación” menciona el autor, instándonos a no colocar nuestras expectativas en un mañana incierto, del que no sabemos mayor cosa, sino más bien ubicarnos en el presente, en lo que tenemos dentro de nosotros mismos, para trabajar por los cambios que estamos necesitando hacer. En pocas palabras: No dejemos a la esperanza la responsabilidad de lo que corresponde a la voluntad.
El 2025 es un excelente año para la lectura. Proponernos objetivos cada semana, cada mes. Aproximarnos a lecturas que nos regalen crecimiento personal. ¡Afortunadamente hay tanto de donde echar mano hoy en día! Una buena propuesta es adentrarnos en la filosofía oriental, una suerte de remanso entre la agitación de cada día. En la medida en que cada uno de nosotros aprenda las formas de actuar más sereno frente al mundo, todos saldremos ganando en paz y cumplimiento de propósitos ¿No les parece?
¡Felices lecturas, amigos!
Te puede interesar:
El pragmatismo de Sheinbaum en materia migratoria
Augurios de desgracia on-line
Ginés Sánchez nos comparte un relato donde nos hace reflexionar hasta qué punto nuestra salud mental está sujeta a...
enero 23, 2025DIGITAL O TANSMEDIA. ¿NOS HACE MENOS ESCRITORES/LECTORES?
El libro, como lo conocemos, se transforma en algo más dentro del entorno digital, la linealidad desaparece y el...
enero 23, 2025Sea el azul…
Allá arriba un cielo azul y detrás de él tal vez haya canciones […] hay esperanza, en suma, contra...
enero 21, 2025CARTAS A TORA 374
Cocatú es un extraterrestre que llega a un vecindario de la CDMX. Disfrazado de gato, estudia la raza humana...
enero 17, 2025