¿Por cuál raza hablará el espíritu?

El conocido lema de la UNAM, así como la implantación del 12 de octubre como “día de la raza”...

13 de octubre, 2016

El conocido lema de la UNAM, así como la implantación del 12 de octubre como “día de la raza”, fueron un intento de José Vasconcelos de promover una identidad mestiza para México. Sin embargo, ¿es adecuado hablar de una raza mestiza?

A muchos de nosotros nos explicaron en la escuela que dicha “raza” era la mezcla entre español e indio; incluso hay monumentos que así lo representan. Pero, tal concepción presenta dos problemas:

  1. Si existiera una raza mestiza ¿de qué etnia indígena y linaje español estamos hablando: de los más representativos en la población? Entonces ¿incluimos a los nahuas, dejando fuera a tlaxcaltecas, purépechas, mayas, etc.? Del lado español ¿excluimos a los vascos, catalanes y de otros reinos que no pertenecían a España al tiempo de la conquista y cuyos descendientes no superan el 10% de la población?
    ¿Qué pasa con los descendientes de franceses, chinos o de los esclavos negros? ¿Dónde quedan los que no son mestizos: nuestros indígenas?
     
  2. El término “raza” es inadecuado. De acuerdo con el diccionario de la lengua española, raza es la casta o calidad de origen o linaje; grupo o subdivisión de una especie biológica, cuyos caracteres diferenciales se perpetúan por herencia. Entonces, ¿a qué le podríamos llamar raza mestiza: qué tono de piel, forma de ojos, color de cabello caracterizan al mestizo? Naturalmente no hay respuesta.

Lo que Vasconcelos quiso decir…

En 1925, Vasconcelos publicó el ensayo “La raza cósmica”, donde afirmaba que los latinoamericanos tenemos genes de las etnias indígenas americanas, más las tres razas del viejo continente: negra, blanca y amarilla. Ello creaba una quinta raza o “raza de bronce” considerada más rica en términos raciales y espirituales, lo que la hacía ideal para iniciar una nueva era universal de la humanidad (entendiendo universalidad como unión en la diversidad). 

Esto implicaría el fin del racismo, pues despreciar a determinado grupo racial significaba repudiar a una parte de tus ancestros. También, bajo la idea entonces válida de que cada raza tenía determinadas aptitudes físicas e intelectuales distintivas, la raza cósmica no poseería desventajas sino que sería una especie de raza mejorada con todas las cualidades del ser humano (e.g., tener la actitud comunitaria de los asiáticos, la fuerza y resistencia física de los negros, etc.).

Aunque la intención de crear una identidad mestiza era buena, la idea de la raza cósmica carece de bases sólidas. Es el contexto social y educativo, no la raza, lo que determina que un individuo tenga una actitud comunitaria o predisposición a la ciencia. Además, el mexicano suele avergonzarse de sus genes indígenas, si no, ¿por qué solo hay blancos en los anuncios publicitarios? ¿Dónde quedaron los mestizos?

Raza o diversidad cultural

Es innegable que el sincretismo está detrás de lo más rico y valioso de la cultura mexicana (e.g., comida, música). Sin embargo, se ha cometido el error de llamarle raza a lo que no lo es, de definir lo mexicano con criterios que discriminan a parte de la población del país y de forjar una identidad basada en ideas sin sustento. Por ello no es sorpresa que el “día de la raza” sea un rotundo fracaso y que la UNAM tenga que aclarar la intención universal de su lema en su página web.

Si queremos hacer algo para eliminar la falta de unión que nos ha caracterizado siempre, no podemos definir nuestra identidad como lo harían países donde predomina una sola raza. Sería más factible seguir el ejemplo de países como Canadá, que atinadamente abandonaron la idea de delimitar su identidad al color de la piel o el linaje, para cimentarla en aspectos como: el respeto a la diversidad cultural y a la ley, trabajo arduo e igualdad de oportunidades. 

En sintonía con lo anterior, algunos países latinoamericanos han rebautizado el 12 de octubre como el “día de la diversidad cultural”. Tal vez deberíamos hacer algo similar, junto con una campaña que ayude a la aceptación de la diversidad como algo valioso. También abona el hecho de que la ciencia haya encontrado evidencia de que compartimos ancestros en común (ver https://genographic.nationalgeographic.com/); incluso hay organizaciones que llevan a cabo pruebas de ADN para probar que todos estamos mezclados y hasta cierto punto emparentados. Ello sugiere que la idea de la identidad con base en la raza comienza a ser obsoleta.

Si queremos dejar de actuar como en el “chiste” (yo más bien llamaría tragedia) de los cangrejos mexicanos, es indispensable forjar lazos que nos unan. Para ello, necesitamos dejar atrás los conceptos inadecuados u obsoletos y redefinir nuestra identidad sobre bases solidas.   

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