¡EUA, pégame pero no me dejes!

México actúa ante Estados Unidos de América como un(a) novio(a) que da todo con tal de que no se le abandone...

19 de enero, 2017

México actúa ante Estados Unidos de América como un(a) novio(a) que da todo con tal de que no se le abandone; tolerando maltratos y conformándose con lo poco que le dan. Trump ha lucrado con insultarnos y nos pone a temblar con cada tuit. Ello nos deja como un país al que se le puede insultar o abusar sin consecuencia alguna, y todo por unos cuantos miles de empleos que bien podríamos estar generando nosotros mismos si nos lo propusiéramos.  

México, ¡quiérete tantito!

Si México fuera una persona, cualquier psicólogo le diría que gran parte del problema se explica en una aguda falta de autoestima. Una de las razones por las que alguien es capaz de aceptar el maltrato de otro(a) e incluso volverse dependiente de él/ella, es sentirse inadecuado (tradúzcase “inadecuado” como: no soy suficientemente bueno, no puedo o no sé). No hay mejor ejemplo de ello que el malinchismo. ¿Cómo es posible que en un país mayoritariamente mestizo la publicidad esté plagada de modelos de raza blanca? ¿Por qué algunas empresas prefieren personas con posgrados en el extranjero de universidades con ranking inferior al de las mejores universidades mexicanas? ¿Por qué a Ford se le donó un terreno comprado con los impuestos de los potosinos y a los empresarios mexicanos se les ponen mil las trabas?

Si cuento a las personas verdaderamente orgullosas de ser mexicanas y que trabajan para mejorar el país, me sobran dedos. La mayoría de los comentarios que los mexicanos hacen respecto del país y de sí mismos son despectivos (e.g., este país está fregado; mexicanos flojos, traidores, agachones). Muchos desean irse de aquí en la primera oportunidad que tengan. Pareciera que “ser mexicano” es una enfermedad que hay que esconder o curar en cuanto se pueda.

¿Queremos respeto?

Si hiciéramos una lista de 5 países que respetamos o admiramos, veremos que comparten 3 cosas en común:

  1. Se valoran a sí mismos (saben para qué son buenos, tanto a nivel individual como a nivel país y se sienten orgullosos de ello).
  2. Hacen las cosas bien (sus habitantes, empresas y gobiernos tienen buen desempeño).
  3. Resuelven las cosas por sí mismos (innovan, crean empresas propias).  

Si bien ello implica un cambio de mentalidad y esfuerzo, no es nada del otro mundo. Aprender a valorarnos comienza por ser conscientes de nuestras fortalezas, es decir, ¿qué atributos físicos o de carácter tenemos, así como para qué o en qué somos buenos? Si uno no sabe para qué es bueno, ¿cómo vamos a elegir la profesión correcta o promocionar bien lo que somos ante un reclutador, cliente o inversionista?

México tiene una ubicación geográfica, vastedad de recursos naturales y más tratados de libre comercio que ningún otro país. Según el Foro Económico Mundial, México está en el top 10 de lugares para invertir en el mundo ¿y aun así dependemos de EUA? Además, la creatividad e ingenio del mexicano, así como la calidad de su mano de obra debiera ser suficiente para ser potencia mundial en cualquier ramo industrial, especialmente en la creativa o del entretenimiento. Si se titulan más ingenieros que en Alemania, ¿qué le hace falta a México para generar tecnología propia? Dinero no es; los buenos proyectos siempre tienen forma de financiarse.

Quien se valora a sí mismo, le importa su prestigio personal y por lo mismo hace bien su trabajo. No es gran ciencia hacer las cosas bien, se supone que uno está capacitado para ello. Además, si los empleados tienen un buen desempeño, tanto las empresas como el país prosperan. Además, el bienestar es de quien lo trabaja, no llega por arte de magia ni por un líder político que nos resuelva todo.

Valorarse a sí mismo implica también el deseo resolver las cosas por sí mismo. No aprovechamos nuestras fortalezas como personas o como país por miedo al fracaso, aversión al riesgo o porque estamos muy cómodos con que otros nos resuelvan la vida (y posteriormente culparlos de lo que nos pasa). Nuestros empresarios exportadores se centran en EUA violando un principio básico de mitigación del riesgo: “evitar poner todos los huevos en una misma canasta”. ¿Les da pena ir con los chinos, les da flojera o se sienten incapaces? En el plano personal el conformismo es evidente en quien no va a trabajar una vez que ya sacó para su quincena, el que no estudia un idioma porque su empleo actual no lo requiere o no pone un negocio aun teniendo una buena idea y acceso a inversionistas.

Pedimos respeto, pero somos los primeros en no respetarnos al hacer las cosas al “ahí se va” o bajo la “ley del mínimo esfuerzo”; al meterle el pie al vecino o ponernos a merced de papá gobierno, empleador o EUA. Aprendamos a darnos nuestro justo valor y no esperar que sea otro el que nos resuelva la vida. Quien no trabaja en su bienestar está a merced del que sí lo hace. ¿Queremos seguir dependiendo de EUA?

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