Creatividad e innovación

La creatividad requiere de confianza en uno mismo para descubrir,  también demanda disposición al fracaso y voluntad para seguir intentando.

19 de diciembre, 2022

Hace algunos años, el profesor Edward de Bono, creador del “pensamiento lateral” realizó un sencillo experimento entre niños y adultos. Les presentó a todos el dibujo de una carretilla fuera de lo común y les pidió escribir cinco comentarios sobre ese diseño. Los comentarios de los adultos fueron críticos y negativos, pero los de los niños aportaron ideas que podrían hacer de esa extraña carretilla algo muy funcional y cómodo.

De acuerdo con De Bono, el resultado obedece a que el adulto está prejuiciado y normalmente tiene una tendencia a degradar las nuevas ideas al enfocarse únicamente en los puntos negativos; los niños, por el contrario, tienen una curiosidad innata que los lleva a distinguir lo positivo de lo negativo y a partir de ello buscan lo interesante. 

Esa curiosidad es natural en los niños y es la base de la creatividad. Lo ideal es fomentar esa curiosidad para despertar la creatividad. El problema es que los adultos de hoy, formados a la antigua, acostumbrados a la memorización y encadenados a una excesiva uniformidad en métodos, han perdido en gran medida el sentido de la curiosidad e, inadvertidamente, pueden frenarla en los niños ya sea por la forma en que responden a sus preguntas, desaprobando una idea fuera de lo común para realizar un trabajo escolar, o al obligar al niño a sujetarse a las formas tradicionales de hacer una tarea o de entender algún concepto. 

Empecemos por entender la curiosidad. El Diccionario de la Real Academia Española define al curioso como alguien inclinado a enterarse de cosas ajenas y a aprender lo que no conoce. Se trata de una fuerza interior que nos lleva a mostrar un interés por algo que nos resulta desconocido y nos motiva a investigar y aprender; nos impulsa a buscar información y a interactuar con el entorno y con otros seres alrededor. Es una fuerza interior que ha llevado a muchos hombres a explorar nuevas áreas del conocimiento, tierras o planetas, descubrir lo que antes no se sabía o generar, mediante un proceso creativo, lo que no existía y que satisface alguna necesidad. Por curiosidad se descubrió América y por la creatividad se han inventado desde la rueda hasta las naves espaciales, los submarinos y la inteligencia artificial.

La curiosidad despierta la necesidad de saber y aprender, formula preguntas sobre el porqué y para qué de las cosas, o sobre lo que pasaría si algo se modifica rompiendo rutinas e inercias que brindan “seguridad”.

Por su parte, la creatividad es definida por el mismo Diccionario de la Real Academia Española como la “facultad de crear; capacidad de creación”. Algunas enciclopedias la definen como “Disposición a crear que existe en estado potencial en todo individuo y a todas las edades” (Enciclopedia de Psicopedagogía Océano (1998 pp. 779-780), o como “innovación valiosa y es de reciente creación” (Diccionario de las Ciencias de la Educación Santillana (1995 pp. 333-334).

La creatividad requiere confianza en uno mismo para descubrir, y dado que implica encontrar nuevos caminos y cambiar la mirada y los puntos de vista, demanda también disposición al fracaso y voluntad para seguir intentando. Se trata de convertir a un ser pasivo en un creador de nuevas realidades. El creativo transforma, combina, descontextualiza, abstrae, observa, prueba, deconstruye; posee un pensamiento flexible para imaginar, improvisar, inventar, modificar, relacionar, transformar y adaptar. Aporta soluciones y se adapta a situaciones nuevas. Por su naturaleza, la creatividad es una acción cuyos resultados deben ser novedosos (algo que no se había visto con anterioridad); útiles (se resuelve un problema, enriquece y produce cambios); y comprensibles (pueden reproducirse en el futuro).

Bajo este contexto se podría pensar que la curiosidad y la creatividad son temas específicos para gente con cierta sensibilidad e inteligencia como Einstein, Graham Bell, los hermanos Wright o Leonardo Da Vinci. ¿Qué tal suena hablar de ingenieros, políticos, médicos, matemáticos o empresarios curiosos y creativos? Un ingeniero creó la TV a color, un político creó el sueño de llevar al hombre a la luna y un empresario joven creó Facebook.

CREATIVIDAD ORGANIZACIONAL

Una de las principales ventajas de las empresas en la actualidad es la de saber capitalizar la capacidad de sus colaboradores para buscar y detectar mejoras y oportunidades; esto implica no sólo depender de las áreas de investigación y desarrollo, sino aprovechar a líderes responsables y de mente abierta a ideas e inquietudes disruptivas, dispuestos a cuestionar los procedimientos vigentes para buscar alternativas hacia un mejor futuro.

Hasta hace algunos años, las áreas de I+D contrataban a los mejores especialistas para trabajar en un proyecto concreto; pero ante un mundo globalizado, eso ya no garantiza resultados innovadores. Más que buscar a especialistas, se requiere una visión externa que permita diferenciar lo positivo de lo negativo de un proyecto, para encontrar lo interesante del mismo; colaboradores que estén dispuestos a resolver los problemas que importan y que su creatividad los lleve de la invención al producto final, que impulsen constantemente las mejoras y creen su propia suerte percibiendo lo que ocurre en su campo y aplicando sus observaciones y experiencia a los problemas.

Frecuentemente se piensa que la creatividad es algo que llega sorpresivamente. En realidad se trata de un proceso cuya clave de inicio está en las preguntas. Una pregunta es mejor que una opinión o afirmación, para encontrar soluciones creativas. Las buenas preguntas invitan a la acción y a la expansión.

Al subconsciente le encanta hacer conexiones y tener algo que hacer, por eso le encantan las buenas preguntas. Pero también es importante el correcto enfoque de las preguntas. No es igual preguntarse “¿por qué la gente no compra mi producto?” que “¿cómo puedo mejorar mi producto para que la gente lo compre?”. La primera tiene un enfoque negativo en tanto la segunda es una pregunta orientada a lo positivo.

El problema entonces es fomentar la curiosidad en los empleados para despertar en ellos actitudes creativas y el dilema es descubrir el cómo cultivarla cuando son adultos acostumbrados a las respuestas mecánicas, por lo general monótonas y nada disruptivas. Se dice que en las empresas consolidadas la innovación es difícil; por lo regular son mejores ejecutoras que innovadoras; sin embargo, grandes empresas lo han logrado.

¿Qué hay de común en las grandes empresas que tienen un alto rendimiento en la innovación de productos, procesos o modelos de negocio? McKinsey Consulting entrevistó a líderes de más de 300 organizaciones para descubrir qué atributos son esenciales en una cultura innovadora. El resultado fue un conjunto de ocho elementos de la innovación presentes, en parte o en su totalidad, en todas las grandes empresas con alto rendimiento en la innovación de productos, procesos o modelos de negocio. Las cuatro primeras, de carácter estratégico y creativo, ayudan a establecer y priorizar los términos y condiciones en los que es más probable que prospere la innovación. Las cuatro siguientes, de carácter esencial, se ocupan de cómo ofrecer y organizar la innovación de forma repetida a lo largo del tiempo y con el suficiente valor como para contribuir de forma significativa al rendimiento general. Son éstos:

  1. Aspirar. Tener una aspiración combinada con estimaciones del valor que debe generar la innovación, y una planificación estratégica vinculada a objetivos financieros, son fundamentales para fomentar proyectos innovadores dentro de una organización. Cuantificar los “objetivos de innovación” es un indicador que ayuda a solidificar las aspiraciones y estimula a los directivos a incluir las inversiones en innovación en sus planes de negocio
  2. Seleccionar. El valor de las ideas nuevas y creativas es intangible, es importante saber reconocer qué ideas debería apoyar y llevar adelante la organización. La innovación es intrínsecamente arriesgada, sin duda, y sacar el máximo partido a una cartera de iniciativas de innovación consiste más en gestionar el riesgo que en eliminarlo. Para facilitar el proceso, los ejecutivos pueden definir condiciones que identifiquen y orienten el tipo de oportunidades que desean explorar, dirigiendo las inversiones en innovación. 
  3. Descubrir. La innovación está directamente relacionada con el descubrimiento de nuevas ideas. Pero ¿cómo generar conocimiento? Además de la opción de esperar a que surja la inspiración “lo que puede llevar algún tiempo”, se pueden examinar sistemáticamente las ideas examinando tres cosas a descubrir: un problema a resolver, una tecnología que ofrezca la solución, y un modelo de negocio que genere dinero a partir de ella. 
  4. Desarrollar. La mayoría de las grandes empresas son reacias a arriesgarse a alterar su modelo de negocio principal hasta que éste se vea visiblemente amenazado; pero diversificar el flujo de ingresos, cambiar la economía de la cadena de valor y ampliar los modelos de entrega son parte de los modelos de negocio innovadores. El desarrollo de nuevas formas de reinventar el negocio se ha vuelto cada vez más urgente para mantener la competitividad
  5. Acelerar. La burocracia y la lentitud de los procesos de aprobación son a menudo muy perjudiciales para la innovación. La mejor manera de acelerar la innovación es fomentar la colaboración, el aprendizaje continuo y confiar en directivos con capacidad y experiencia para tomar decisiones cruciales en el momento oportuno, moldeando el camino para que las ideas innovadoras tomen forma. Las empresas también prosperan probando sus ideas prometedoras con los clientes en las primeras fases del proceso, antes de que las fuerzas internas impongan modificaciones que desdibujen la propuesta de valor original.
  6. Alcance. Algunas ideas, como los artículos de lujo o algunas aplicaciones móviles, están destinadas a determinados nichos de mercado. Otros, como las redes sociales, tienen un alcance global. Considerar el alcance y la magnitud de una idea es fundamental para asegurar los recursos y calcular los riesgos potenciales.
  7. Extender. La innovación requiere colaboración y la mayoría de las veces la colaboración debe ir más allá de los límites de la organización.  Los flujos de talento y conocimiento trascienden las fronteras geográficas y es necesario estar abiertos a crear asociaciones externas y a desarrollar flujos inteligentes de colaboración dentro y fuera de la empresa. La colaboración inteligente con socios externos, sin embargo, va más allá de la mera obtención de nuevas ideas y conocimientos; puede implicar compartir costes y encontrar rutas más rápidas para el mercado.
  8. Promover. Otro de los elementos de la innovación es estimular, recompensar y apoyar el pensamiento innovador entre los empleados. ¿Cómo hacer esto? Conectar innovación, estrategia y rendimiento. Cuando la empresa establece objetivos financieros y espacios para la innovación, las mentes se centran mucho más, se estimula la generación de ideas y el desarrollo de proyectos entre los empleados. Las mejores empresas encuentran formas de integrar la innovación en las fibras de su cultura, desde el núcleo hasta la periferia. Empiezan con aspiraciones que forjan estrechas conexiones entre la innovación, la estrategia y el rendimiento.

Lo anterior nos habla de una cultura empresarial de innovación y creatividad, una cultura que puede ser integrada a la cultura corporativa para motivar a todos los colaboradores a atreverse a trabajar de una forma diferente para optimizar los resultados de la empresa. Se trata de motivar la adopción de estrategias y recursos que faciliten la creatividad en el trabajo, a fin de desarrollar mejoras y facilitar la adaptación a las continuas transformaciones del entorno para satisfacer las nuevas demandas que surgen en los consumidores.

Con una cultura de creatividad e innovación, los empleados tienen la oportunidad de compartir sus ideas para mejorar o cambiar procesos disfuncionales, y la empresa puede fortalecerse en el mercado, destacar frente a la competencia y ganar nuevos clientes a través de soluciones que le agreguen más valor. Por ello es importante realizar una adecuada gestión de la innovación y la creatividad a través de un liderazgo motivador para que todos entiendan y participen en los procesos de cambio creativo. A través de la cultura de innovación y creatividad se puede ganar mercado a la competencia y generar más ingresos ya que nuevos consumidores pueden interesarse por las propuestas de la empresa y hacer negocios con ella.

Desarrollar y mantener la cultura de innovación y creatividad requiere de recursos que incentiven y faciliten este proceso. En este sentido es importante desarrollar talleres para motivar el pensamiento creativo, identificar retos y soluciones y generar más y mejores ideas para ir más allá de lo obvio. Esto implica cambiar la función del facilitador respectivo para dejar de ser un expositor y coordinador de dinámicas y convertirse en un motivador a la reflexión y autonomía del pensamiento. Una forma de hacerlo es a través de la teoría del “maestro ignorante” de Joseph Jacotot, basada en el supuesto de que cualquier persona tiene la capacidad tanto de instruirse a sí misma en cualquier materia como de enseñar algo que ignora, si lo hace en las condiciones adecuadas. Contrario al aprendizaje tradicional en el que el otro sólo tiene que aprender lo que el instructor transmite, el “maestro ignorante” busca que quien aprende lo haga por su propia investigación.

El pensamiento tradicional tiene que ver con el análisis, el juicio y la argumentación. En el mundo de hace unos años eso era suficiente porque se trataba de identificar “situaciones normales” para aplicar “soluciones normales”. Pero el mundo ha cambiado y ese pensamiento ya no funciona ni soluciona nada. El mundo de hoy requiere de pensamiento creativo y constructivo para diseñar el camino hacia delante. Muchos de los principales problemas del mundo no pueden resolverse identificando y quitando la causa; hay necesidad de diseñar un camino hacia delante aun cuando la causa permanezca en su sitio.

El mundo empresarial de hoy requiere de una forma diferente de razonar y resolver problemas, a través de una aproximación creativa, lo que Edward de Bono llamó el “pensamiento lateral”. Las ideas formadas a través del pensamiento lateral no suelen obtenerse con el típico  razonamiento clásico en el que existe una construcción escalonada de las ideas, una aproximación paso a paso; en el pensamiento lateral se apuesta por la flexibilidad de pensamiento para encontrar nuevas soluciones, buscando ideas de “lado a lado” huyendo de la rigidez y encontrando nuevas ideas originales.

Si lo pensamos bien, todos tenemos la posibilidad de ser creativos, de desarrollar la creatividad. Vale tener presente que actualmente en empresas y organizaciones tales como 3M, Dupont, HP, Motorola, Ford, etc., han señalado al acto de innovar como un ‘activo intangible’ que puede mantener la competitividad. El fomento de esta habilidad es tan significativo para ellos, que han logrado invertir grandes cantidades para su desarrollo además de proporcionar espacios donde se pueda pensar, crear y proyectar estas potencialidades en beneficio de una mejora continua; invierten en acciones que fomenten la innovación y estimulen la creatividad, para que todos se involucren en el proceso.

Para que la innovación se convierta en parte de la cultura de la empresa, todos deben trabajar para que esto suceda. Las actitudes innovadoras deben orientar cada una de las decisiones que se toman a diario para que la innovación en sí se convierta realmente en parte fundamental de la organización. Para que la innovación se consolide como cultura organizacional, se requiere esfuerzo y recurrencia.

Finalmente, algunas preguntas para reflexionar:

-¿Por qué piensas que no se ha fomentado la cultura de la creatividad en tu empresa?

-En lo personal ¿aceptas con mente abierta los planteamientos que te hacen desde una perspectiva diferente?

-¿Recuerdas la última vez que hiciste algo creativo que provocara un cambio? ¿Cómo lo lograste?

-¿Por qué pareciera que el concepto “creatividad” está peleado con el mundo empresarial? 

-¿Crees que en México haya una resistencia cultural a que “los empleados se pongan creativos”?

Quizá seas de esas personas que se tiene por poco curiosas. ¿Es un problema? No. Cuando eras niño eras curioso, indagabas, preguntabas. Hoy puedes recobrar esa curiosidad para desarrollar tu creatividad.

  • Cuestiona lo que se te presente como “la Verdad”, o que se justifique con un “así se ha hecho siempre”. En general, intenta hacerte las preguntas del periodista: qué, cómo, cuándo, por qué.
  • Detente. Concédete un tiempo de pensamiento imaginativo. Disfrútalo.
  • Desarrolla el sentido de la observación: domina el arte de ser capaz de entender las situaciones y las razones por las que se dan. ¿Qué podrías cambiar para mejorarlas?
  • Imagina alternativas aparentemente absurdas a lo que estás haciendo. Juega con ellas. Igual no lo son tanto.
  • Sal de las pantallas y entra en el mundo físico. Interactúa con las personas. En persona.
  • Reflexiona sobre lo que ves. Imagina cómo podría ser de otra forma, y qué consecuencias razonables tendría la puesta en práctica de lo imaginado.
  • Pregunta. Y pide que te aclaren la respuesta si no te satisfizo.
  • Olvídate de lo “correcto”. Pensar incorrectamente es mucho más interesante.
  • Mézclate con gente distinta. De otras edades -sobre todo, niños-, opiniones, gustos, creencias y costumbres. Iluminarán tu curiosidad y te inspirarán tu creatividad.
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