Los trapecistas…

¿Qué le parecería a usted, si Benito Juárez se hubiera pasado del partido liberal al partido conservador… ?   ¿Qué le parecería a usted, si Benito Juárez se hubiera pasado del partido liberal al partido conservador para...

26 de enero, 2018
trapecistas

¿Qué le parecería a usted, si Benito Juárez se hubiera pasado del partido liberal al partido conservador… ?

 

¿Qué le parecería a usted, si Benito Juárez se hubiera pasado del partido liberal al partido conservador para convertirse en primer ministro del emperador Maximiliano?

¿Se imagina a Margarita Maza en calidad de dama de compañía de la emperatriz Carlota?

¿Habría sido posible que el General Miguel Miramón se cambiara de conservador a liberal para evitar ser fusilado “en el lugar de honor” junto a Maximiliano en el cerro de las Campanas?

¿Y qué diría de Francisco Villa, si de repente hubiera aparecido de secretario particular de Álvaro Obregón; o de Emiliano Zapata como secretario de asuntos agrarios con Venustiano Carranza para no ser asesinado en Chinameca?

De Victoriano Huerta hay que decir que constitucionalmente, no fue ningún usurpador; de hecho su llegada a la presidencia fue mucho más legal que la de Felipe AA Calderón.

Pedro Lascurain fue nombrado presidente interino (el presidente blanco), con un mandato de 45 minutos durante los cuales, nombró a Huerta secretario de Gobernación, y al renunciar, Victoriano subió a la “silla del águila”  (la que Peña Nieto conoce tan bien) con estricto apego a la constitución de 1857.

Si a Huerta se le critica por cambiarse de bando, los políticos mexicanos de hoy en día, lo tienen como su paradigma; como su modelo a seguir.

Aquellos políticos no eran santos, pero los de ahora, de plano no tienen madre.

Una cosa es Juan Domínguez, y otra cosa es el equilibrismo y la acrobacia de la que son capaces los actuales adalides de la política nacional.

Diodoro Carrasco Altamirano fue de los primeros en cambiarse del PRI al PAN (aunque todos sabemos que la cosa queda en famiglia).

(No olvido que mi muy sabia y perspicaz madre, decía que el PAN era el único organismo descentralizado que no tenía ley orgánica).

López Obrador no es ajeno al uso de la pértiga y al trapecio, pero con red.

Se pasó del PRI al PRD, y luego se confeccionó su MORENA S.A. de C.V.

Javier Lozano se brincó del PRI al PAN, y ahora en un triple salto mortal, decide que la patria es PRI-mero; o sea del mero PRI y se coloca como el Paul Joseph Goebbels de Jose Antonio Meadegaray Kuripeña.

Gabriela Cuevas, se une a la caravana circense de la política mexicana, y se echa un clavado del PAN (donde vituperaba a López Obrador), para aterrizar en MORENA en la esperanza de seguir detentando la corona de “Miss Universo parlamentaria”.

En días recientes apareció en una entrevista con Joaquin López Doriga, explicando (con una honestidad digna del implacable investigador Virgilio Andrade Martínez), los motivos que la llevaron a dejar atrás 23 años de lucha altruista y desinteresada, para jugársela patrióticamente al lado del tabasqueño.

La ex jefa delegacional de Miguel Hidalgo, se ha confesado curada de su anterior ceguera ideológica, y ha decidido seguir al gurú tropical.

Al partido MORENA, ya le salió su competencia en puebla con el partido de MORENO, que catafixió sus aspiraciones presidenciales, con tal que le permitan imponer a su esposa (¿?) como la “Evita Perón” de la Angelópolis, transformando así el mole político en un chimichurri a la poblana.

Marta Sahagún mientras tanto, se lamenta amargamente y se retuerce de la envidia de que Chente el tonto, no haya hecho con ella, lo que Moreno Valle con su señora en Puebla.

Mientras esto sucede, Jose Antonio Meadegaray Kuripeña, también se echó su saltito mortal, porque habiendo servido a dios y al diablo, pasó de ser ministro con el PAN y con el PRI, a ser la insípida estrella del CINE (circo nacional electoral).

En medio de esas andanzas buscando “el bien de la patria”, “haiga sido como haiga sido”, el joven Ricardo Anaya, (alias “el mocoso”, alias “el monkiki”), echó del PAN al cacique etílico y a su bar tender  de cabecera.

Fue así como la Margarita (tocaya del famoso cocktail) se fue a probar fortuna ataviada con su chipiturgo estilo Cantinflas, a la troupe de los “independientes”.

El ni tan bronco Jaime Ramiíez Calderón, (primo del franelero presidencial), a base de malabarismos políticos, se fue del PRI a utilizar Nuevo León como su trampolín acrobático, en la vana esperanza de llegar a Palacio Nacional.

Todos estos trapecistas de la política, hacen sus piruetas, circo, maroma y teatro, pero siempre con la rigurosa red para caer en blandito.

Si no la pegan a la grande, tienen su consuelo plurinominal esperándolos.

Y si no, que le pregunten a Carlos Romero Deschamps, que como equilibrista domina la cuerda floja, a base de seguir el sabio principio que dice “en boca cerrada no entran moscas”; y por eso se ha distinguido por haber pasado de diputado a cenador (con c) sin haber subido jamás a la tribuna a decir siquiera esta boca es mía.

Ricardo Anaya no se ha columpiado de un partido a otro, pero se ha ocupado en sacar algunas basuras del PAN, que después de tener copado a esa sucursal del PRI, se quejan amargamente de que les tiraron el teatrito.

Si acaso llega a la presidencia el joven queretano, sería el primer Ricardo y el segundo Anaya en lograrlo.

El primer Anaya que fue presidente de Mexico en 1847, fue Pedro María; el que en Churubusco le dijo a los gringos que si tuviera municiones, no estarían pidiéndole que las rindiera.

El show de trapecistas es amenizado por Chente Fox, el payaso senil que con sus dislates en espicalinglis, se ha pasado del PAN al PRI, invitando a votar por Peña Nieto, y ahora se anda candidateando para ser presidente de Estados Unidos, como buen gringo viejo que es, ya que su padre fue gringo, y su abuelo también. 

Fox se parece a Trump en que ambos tienen apellido de una sola silaba; en que los dos son asiduos ingenieros constructores de puentes capilares (para ocultar la calvicie); en que ambos son clientes fieles de Ma Evans y de tintes Clairol; en que los dos son emocionalmente inestables, e intelectualmente nulos; y en que ambos son exactamente igual de simpáticos.

Lo único que lamento es que Fox no se haya subido al columpio para pasar del PAN al Partido Republicano, y así hubiera ido a hacer sus locuras a la Casa Blanca y no a Palacio Nacional.

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