Estirando la liga

A toda acción corresponde siempre una reacción. Ley termodinámica. El proceso de transición hacia la presidencia de la República ha sido un periodo de prestidigitación...

12 de noviembre, 2018

A toda acción corresponde siempre una reacción.

Ley termodinámica.

 

El proceso de transición hacia la presidencia de la República ha sido un periodo de prestidigitación donde los mexicanos hemos podido calibrar el estilo autoritario y unipersonal del presidente electo, así como una muestra de sus agendas políticas y económicas que sin duda tendrán un fuerte impacto en las diversas sociedades mexicanas. Es una experiencia única que requiere una gran dosis de optimismo y paciencia.

Hasta ahora, los planes y programas que hemos podido vislumbrar no son del todo satisfactorios, dejando un panorama de inquietud en lo económico, lo político y lo social. En un corto plazo hemos aprendido que los destinos del país han caído en manos de un grupo de pseudo administradores y visionarios salidos de una historieta de ciencia ficción barata y de mal gusto.

Una muestra muy representativa es la patraña desorganizada que se fraguó para determinar la cancelación de las obras del nuevo aeropuerto en los terrenos de Texcoco. El mandato para respetar la voluntad del pueblo, según el libreto escrito, dirigido y actuado por nuestro futuro presidente, no justifican ni corresponden en lo absoluto a las expectativas de la sociedad productiva, verdadera representante de este país. Los argumentos expresados por el presidente electo fueron una vulgar muestra del engaño y cinismo, característicos de quien carece del entendimiento legal, técnico y científico propio de estos proyectos. Su decisión fue meramente un capricho personal y un acto audaz y temerario para imponer su endeble autoridad, justo al estilo medieval.

Aparte de los inusitados costos que México tendrá que pagar por el incumplimiento, está el descrédito mundial del país por cancelar una obra que estaba avanzada en un 30%, además de las correspondientes sanciones financieras que ya estamos presenciando a través de la inestabilidad de nuestra moneda y la bolsa de valores. Los estudios, anteproyectos técnicos y científicos de compañías calificadas y las certificaciones correspondientes no influyeron en la toma de decisiones que el proyecto merecía. En cambio, ponderó más el gastado esquema del engaño, la política pueblerina y sobre todo el egocentrismo de quien se cree soberano indiscutible y que pretende que lo acompañemos a hacer historia. Su estrategia se centró no en argumentos técnicos sino en una flagrante manipulación de las masas y una mezcla de argucias ilegales para promover una consulta o encuesta donde no se cumplieron los mínimos requisitos estipulados en la Constitución y reglamentos que de ella derivan. Por otra parte, el diseño, la organización, la documentación, la ponderación de los sitios para obtener la muestra, la cadena de custodia y otros elementos más fueron sujetos de una manipulación descarada y vulgar, típica de las acciones promovidas y ejecutadas por su partido. Solo una obscura agencia/empresa tuvo la audacia de colaborar en el proyecto, siempre bajo las indicaciones de sus patrocinadores.

Se acerca el primero de diciembre y resurge otra onda preocupación de millones de empleados: el anunciado recorte salarial. Los afanes de la austeridad implican un recorte substancial a las percepciones económicas de los empleados del gobierno. De acuerdo con opiniones autorizadas, esta disposición oficial es absolutamente ilegal, las leyes laborales claramente estipulan que sería una violación a los derechos salariales de los trabajadores en general. Además, el autor de la célebre frase: lo que diga mi dedito, no solo tuvo la audacia de proponerlo, sino que él mismo calculó el máximo de $108,000 mensuales (que él va a percibir) como estándar inamovible; por definición, nadie puede ganar más que él. Habrá que preguntarle cómo llegó a esta cifra, si a través de alguna otra consulta popular, una comisión al Senado o simplemente un número que a él se le ocurrió. Este tipo de propuestas son un agravio y una seria amenaza a la salud emocional de los empleados, pues son un atentado directo a la economía doméstica y el bienestar de la ciudadanía.

¿Estará enterado de que su propuesta es inconstitucional?

O tal vez, nosotros habremos entendido/interpretado mal y tendremos que esperar a que uno de sus voceros nos aclare el evangelio, tal como ha sucedido en otras ocasiones.

La lista de iniciativas y propuestas es alarmante, sin embargo, todas tienen el mismo cariz: un tono y una forma hiriente, amenazadora, absolutista, provenientes de una actitud soberbia y abusiva del que se considera el primer ciudadano de la nación, en todos sentidos. Calificándose así mismo como nadie está por encima de mi y mucho menos que alguien cuestione sus decisiones o caprichos o complejos personales no superados, quien aspiró a la presidencia por 18 años para tan solo tener el poder y que ahora que lo tiene; no sabe qué hacer con él.

Es absurdo e inmoral autocalificarse como el empleado número uno, merecedor del salario más elevado, cuando a la fecha no nos ha mostrado ningún producto o proyecto con calidad, todo lo que hemos visto son ideas y lenguajes confusos, opacos, dicharacheros, eminentemente populistas que ni siquiera aspiran a resolver las necesidades mas inmediatas de los mexicanos (seguridad, administración de la justicia, educación, etc, etc).

México aún con sus deficiencias y sus malas administraciones tiene un potencial increíble en la capacidad de sus profesionales. Diversos organismos internacionales nos han calificado como una potencia económica en vías de desarrollo, que merece una continuidad en el esfuerzo por generar una mejor calidad de vida para todos los ciudadanos. Nuestro país no está para experimentar con ideas medievales absolutistas ni para administraciones obscuras y ambiguas que solo nos conseguirán mediocridad e incapacidad, representativas de las políticas obsoletas de un partido que se dice en favor de los pobres.

El siguiente párrafo fue escrito por Hannah Arendt en 1948, cobra especial importancia e interés en el México actual.

 

          El totalitarismo es una forma de gobierno que elimina toda

          posibilidad o intento de acción política. Los lideres totalitarios

          atraen a sus masas y sus elites que aprueban y festejan lo

          irracional de sus propuestas e iniciativas por absurdas que sean,

          identifican a sus enemigos y los persiguen por manifestar ideas e

          iniciativas contrarias a las suyas, usan la corrupción y el terror para

          fomentar y crear una verdadera lealtad y espíritu de partido y son obsesivos

          en el planteamiento y logro de sus objetivos1.

 

Los hechos que se han presentado y el extracto tomado de la Arendt no admiten mayor comentario, cabe aclarar que ella no perteneció a ninguna Mafia del Poder, ni tuvo la oportunidad de conspirar contra él, ni perteneció a ningún grupo fifí o elite señoritinga, murió en 1975.

Realmente me pregunto si el líder todopoderoso de MORENA ha hablado en serio o bien ha estado estirando la liga para medir la tolerancia y paciencia de los mexicanos.

Ojalá que la liga no se le reviente.

 

REFERENCIAS.

Arendt, Hannah, The Origins of Totalitarianism. Schohen Books, New York. 2004

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