Derechos ¿Humanos?

En la preparación de esta colaboración, vergonzosos y lamentables sucesos ocurrieron… En la preparación de esta colaboración, vergonzosos y lamentables sucesos ocurrieron, la violencia se ha vuelto el pan de cada día en todos los ámbitos, en...

16 de mayo, 2017
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En la preparación de esta colaboración, vergonzosos y lamentables sucesos ocurrieron…

En la preparación de esta colaboración, vergonzosos y lamentables sucesos ocurrieron, la violencia se ha vuelto el pan de cada día en todos los ámbitos, en todos los niveles y en todas las regiones. En un artículo de Francisco Abundis, Fundador y Director de Parametría, en el que nos muestra datos duros sobre la percepción que tenemos respecto al narcotráfico, los resultados dicen que mientras algunos tememos la existencia del narco existen ciertas zonas en las que consideran que sin violencia, es una actividad más benéfica que malévola y mi comentario es que no nos hemos acostumbrado a tenerlos entre nosotros sino que es consecuencia de la impunidad con la que operan y se mueven entre las gentes “de bien” (sin discriminar y en un sentido de diferenciar lo legal de lo ilícito) por lo que no nos queda más que voltear la mirada al encontrarlos por nuestro camino. El asunto es que el clima de violencia en el que vivimos no es exclusivamente resultado de las actividades del tráfico de drogas (o tal vez sí) pues los titulares de las noticias se ocuparon por otros sucesos violentos como: el homicidio de Lesvy Berlín Osorio Martínez, el asesinato de Miriam Rodríguez, el atraco a una familia en la carretera Puebla-Veracruz; no es mi afán repetir acá las noticias ni juzgar los casos, la idea que cruza mi mente es: ¿por qué de pronto cualquier persona tiene o cree tener suficientes motivos para privar de la vida a otro ser humano? La cuestión no es si se trata de un “ajuste de cuentas”, de un “pasón”, de un acto de celos, de feminicidio, de venganza o cualquiera que sea el motivo principal (que no la razón) y que de forma inmediata las autoridades etiquetan sino de un asunto que va más allá: humanidad ¿En dónde estamos parados?

La violencia, del latín violentia, cualidad de violento. Acción violenta o contra el natural modo de proceder (según el Diccionario de la Real Academia Española) es un indicador que hoy por hoy nos coloca como el segundo país más violento en el mundo según el informe anual del Instituto Internacional de Estudios Estratégico, mismo que las Secretarías de Gobernación y Relaciones Exteriores rechazaron totalmente por considerar que sus datos tienen un origen desconocido. En el mismo tenor, el titular de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, Luis Raúl González Pérez en su informe anual de actividades 2016 mencionó que: “existe un entorno complejo ocasionado por el aumento en la impunidad, la corrupción, la violencia y la inseguridad, donde persisten la desigualdad, indiferencia e ineficacia administrativa. La defensa y la garantía de los derechos humanos fundamentales se revelaron como una necesidad urgente y prioritaria, que se traduce en desconfianza” y aquí interviene otro elemento importante: derechos humanos (DDHH) ¿qué son y para qué sirven?

“Los Derechos Humanos son el conjunto de prerrogativas sustentadas en la dignidad humana, cuya realización efectiva resulta indispensable para el desarrollo integral de la persona. Este conjunto de prerrogativas se encuentra establecido dentro del orden jurídico nacional, en nuestra Constitución Política, tratados internacionales y las leyes. El respeto hacia los derechos humanos de cada persona es un deber de todos. Todas las autoridades en el ámbito de sus competencias, tienen la obligación de promover, respetar, proteger y garantizar los derechos humanos consignados en favor del individuo. De igual manera, la aplicación de los derechos humanos a la que se encuentran obligadas todas las autoridades se rige por los principios de universalidad (corresponden a todas las personas por igual), interdependencia (se encuentran ligados unos a otros), indivisibilidad (todos son inherentes al ser humano y derivan de su dignidad) y progresividad (progreso en el desarrollo constructivo de los derechos humanos).” (Fuente: Comisión Nacional de Derechos Humanos) Pero hablar de los DDHH en tiempos de extrema violencia resulta fuera de lugar pues evidentemente cada día, al menos un derecho humano es violentado lo mismo para niños (as), adolescentes, personas de la tercera edad, mujeres, madres, empleados, inmigrantes y no digamos periodistas; entre otros y en ese sentido, pareciera que los DDHH no son más que un estandarte idealizado para beneficio de unos cuantos o una especie de tarjeta amarilla para aquéllos que se atreven a rebasar la delicada línea entre el respeto al derecho ajeno y el cumplimiento de la ley sin que exista un procedimiento que sea preventivo y no sólo correctivo pues generalmente la recomendación llega después de que el acto de omisión se realizó. Lourdes M. Chehaibar Náder escribe: “En nuestro país, en nuestro continente y en los demás lugares de nuestro mundo, pareciera que el discurso de los derechos humanos adquiere hoy un lugar privilegiado dentro del discurso político y de las negociaciones financieras y comerciales. Esto es, los derechos humanos en el discurso político y en el discurso económico de la globalización, aún en el proyecto neoliberal, constituyen un eje articulado en la configuración discursiva de nuestros tiempos. Aunque esta configuración tenga rasgos paradójicos, de incompatibilidad o antagonismo (acumulación vs. Democracia y justicia social).” Fuente: Acta Sociológica. FCPyS. UNAM. Núm. 15. 1995. Sí, los derechos humanos están presentes en el discurso político pero ausentes en la realidad de cada ciudadano de a pie.

Entonces, violencia y derechos humanos son dos ejes de la misma rueda y mientras la primera no se erradique, los segundos seguirán siendo parte de extensos expedientes de quejas y oficios de recomendaciones. Es por ello que ante la impunidad, la injusticia, la corrupción y la indiferencia por parte de las autoridades, surgen movimientos sociales que buscan crear el cambio que necesita el país y la humanidad entera, movimientos que quizá con el tiempo terminan en las redes de los intereses políticos y pierden legitimidad pero algunos otros alcanzan sus objetivos principales, movimientos y/o campañas como #YoSoy132 #NiUnaMenos #MéxicoSinHomicidios #SiMeMatan #NoEsDeHombres que buscan visibilizar las problemáticas sociales, sensibilizar a los actores sociales y encontrar soluciones, así como presionar a quienes ostentan el poder.

Para cerrar la presente, le compartiré que en mi última escapada de esta Megalópolis, a nuestro paso por carretera no encontramos ni de ida ni de vuelta o en las casetas de cobro, una sola patrulla de la Policía Federal que vigilara los caminos ni siquiera en los tramos en compostura. También le compartiré el caso de una cirugía de cataratas programada a una señora de la tercera edad derechohabiente del servicio médico del Sistema de Transporte Colectivo, la cual fue reprogramada en dos ocasiones primero por periodo vacacional y después por “cuestiones administrativas” del hospital. Ambos casos tienen en común la falta de sensibilidad a derechos humanos como la integridad y seguridad personales, a la salud y derechos de las personas adultas mayores.

Ante el cruel escenario y al margen de movimientos o afiliaciones políticas, les dejo una frase de la madre de Lesvy: “Espero que haya oídos atentos y voces dispuestas a compartir estas experiencias, no para que lloremos ni nos lamentemos, sino para que sigamos adelante. Para que veamos que no estamos solas.” Y una reflexión del periodista, académico y escritor Ricardo Raphael: “Aunque no es noticia tan espectacular como la que producen nuestros males cotidianos, en México cada vez que un plato se cae y se rompe hay alguien dispuesto a recoger los pedazos y a señalar de frente al responsable. Son estos esfuerzos los que han permitido que, a pesar de todo, el país no se nos deshaga entre las manos… donde cada ciudadana –codo a codo con otro ciudadano- asegure que el espacio público sea público y que nadie pueda estar por encima de las leyes. Uno donde los derechos dejen de ser prerrogativa de unos cuantos.”

¡Se los dejo de tarea!

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