Cómo ser un buen candidato

El presente es un manual práctico diseñado para proporcionarles las fórmulas más eficaces, creativas y sobre todo probadas por cientos o miles de candidatos que… El presente es un manual práctico diseñado para proporcionarles las fórmulas más...

27 de mayo, 2015

RHT

El presente es un manual práctico diseñado para proporcionarles las fórmulas más eficaces, creativas y sobre todo probadas por cientos o miles de candidatos que…

El presente es un manual práctico diseñado para proporcionarles las fórmulas más eficaces, creativas y sobre todo probadas por cientos o miles de candidatos que a través de la historia democrática mexicana han puesto en práctica con resultados más que aceptables, incluso con la garantía de que si no ganan, por lo menos se acordarán de ustedes por un buen tiempo, quizá tan extenso como para que se vuelvan a postular por algún otro huesito que se les atraviese por ahí.

Apariencia. Este punto es muy importante ya que acuérdense que “como te ven te tratan”. Es necesario estar al tanto de las últimas tendencias de la moda politiquera, como por ejemplo, tener cara de niño bonito, portar un atractivo copete cincuentero, y vestir al más puro estilo de “Armani look”. Ahora que si la madre naturaleza no tuvo a bien agraciarlos con un físico de estrella de telenovela, pueden también vestirse a la John Wayne región cuatro, calzarse las mejores y más llamativas botas que encuentren, y poner cara de “Marlboro man” a donde quiera que vayan.
Carisma. Es muy importante poseer una personalidad arrolladora con el objeto de que las masas caigan redonditas a sus pies. Sin embargo, no se desanimen, no importa que tengan el magnetismo de un ostión reumático, aun pueden obtener el favor de la muchedumbre por medio de organizar pachangas, bailongos, ofrecer despensas y regalar gorras, playeras y botones con su efigie cuidadosamente retocada con photoshop. De esa manera seguramente lucirán cautivadores.
Humildad. Seguramente antes de postularse a algún hueso interesante, ustedes ya habrán laborado en alguna institución de gobierno en donde adquirieron conocimiento, disciplina, experiencia, empatía, disposición y actitud de servicio ¿me equivoco? Pero, seguramente también adquirieron ciertas “costumbres” un tanto inconvenientes, como por ejemplo auto premiarse por el excelente trabajo que indudablemente realizaron en tal dependencia, y que por desgracia el público en general no comprenderá. Por eso es necesario ocular la evidencia de tan generosas auto gratificaciones, y justificar la buena vida que merecidamente se dan, afirmando que tal o cual bien pertenece a sus millonarias esposas, aunque éstas ni trabajen, o a sus hijos, aunque apenas estén en preparatoria, o que son donaciones que pródigamente les fueron proporcionadas por samaritanos agradecidos por su honesta y eficiente forma de servirlos. Eso sí, que nada esté a su nombre, para evitar las cáusticas y envidiosas acusaciones que sus adversarios les puedan imputar.
Flexibilidad ideológica. Es básico que ustedes posean esa maleabilidad en cuento a sus creencias políticas, para que en caso de que les hagan el fuchi en su partido actual, puedan rápidamente integrarse a las filas de otro partido, aunque su configuración ideológica sea totalmente opuesta. Tener la versatilidad de brincar de un partido de derecha a uno de izquierda, luego a uno del centro, y así sucesivamente les dará mayores oportunidades de acomodarse en la candidatura deseada.
Inteligencia. No, no es necesario que ustedes la tengan, pero sí es necesario que contraten por lo menos a alguien que sepa escribirles los discursos, para que a la hora de leerlos no salgan con barrabasadas, pleonasmos, cantinfladas o estupideces en general. Ahora que si de todos modos las dicen, háganse los disimulados, a lo mejor sus oyentes ni cuenta se van a dar (y ni ustedes tampoco).
Poder de convencimiento. Es imperativo que ustedes apliquen las técnicas de Programación Neurolingüística (que gratuitamente pueden bajar de internet), muy útiles para convencer a sus potenciales votantes de lo mucho que se preocupan por ellos, del inmenso compromiso que tienen para servirlos, de las maravillosas estrategias que habrán de implementar para reactivar la economía y promover el empleo, de los ambiciosos proyectos de desarrollo que seguramente ya tienen estructurados, de las efectivas tácticas que habrán de desplegar para erradicar la delincuencia, y en fin, todo aquello de deberán proclamar a los cuatro vientos con tal de embelesar y seducir a los cándidos electores para que tengan a bien favorecerlos con sus apreciables votos.
Descalificar. Cuando todo lo demás falla, apliquen el plan B: hagan ver a sus contrincantes como lo peor de lo peor, o cuando menos, que son peores que ustedes. Saquen sus trapitos al sol, acúsenlos con fundamento o infundadamente, no importa, el chiste es que queden expuestos ante el electorado como unos buenos para nada, rateros, infieles, racistas, golpeadores de mujeres o pervertidos. Es recomendable que en este proceso ustedes se dediquen a la caridad, vayan a misa los domingos, visiten a niños enfermos al hospital y le hagan buena cara a la suegra.
Nunca admitir la derrota. Desafortunadamente, la derrota siempre está latente, y es algo con lo que tendrán que lidiar. Si esto sucede, manténganse firmes, no admitan que han perdido, no se dobleguen, porque eso es de débiles. Griten, exijan un recuento: voto por voto, casilla por casilla, háganse sentir ante los espurios, hasta que nadie los pele.