La Toma del Molino de San Rafael, 1911

Durante el “VIII Simposio de Historia”, efectuado en la ciudad de Hermosillo, Son., en el año de 1982… Dr. Gastón Cano Ávila                                               Durante el “VIII Simposio de Historia”, efectuado en la ciudad de Hermosillo, Son., en el...

16 de agosto, 2017
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Durante el “VIII Simposio de Historia”, efectuado en la ciudad de Hermosillo, Son., en el año de 1982…

Dr. Gastón Cano Ávila                                              

Durante el “VIII Simposio de Historia”, efectuado en la ciudad de Hermosillo, Son., en el año de 1982; el doctor, escritor, catedrático, antropólogo e historiador Gastón Cano Ávila -primo hermano de mi papá, el Ing. Clemente Ávila Muñoz- participó con su trabajo “La toma del Molino de San Rafael, 1911”, donde nos dice que a principios de ese año, en toda Sonora se esperaba el grito fuerte para unirse a la Revolución. Y tal grito se escuchó a finales de marzo, en “La Colorada” y luego con mayor intensidad en Ures. Continúa, que en el Molino de San Rafael se escenificó una de las batallas más cruentas que tuvo la Revolución Mexicana. “La más sangrienta de cuantas dio el maderismo, quizá sin exceptuar la toma de Ciudad Juárez”, como lo dice textualmente el historiador Antonio G. Rivera en sus escritos.

Parecía que los insurrectos iban ganando en ambas batallas, pero súbitamente abandonaron el campo y entregaron el Molino de San Rafael y la Plaza de Ures. Entre otros grandes hombres, en estas acciones participó un joven oficial, nacido en Atotonilco el Alto, Jalisco, el 1 de octubre de 1887, fallecido en Hermosillo el 12 de noviembre de 1972. Estudió Teneduría de Libros y Farmacia; en 1907 ingresó a la Escuela Militar de Aspirantes, y ya con el grado de Subteniente se incorporó al “22 Batallón de la Compañía de Sonora”, con sede en Ures. Después fue Comandante del Destacamento de Mazatlán, para defender el puerto de los constantes ataques de los yaquis,  y en 1909 llegó a Hermosillo para incorporarse a la guarnición de la Plaza.

A continuación, el ponente leyó unos Partes de Guerra, escritos por el subteniente jalisciense aludido, de los cuales me he permitido transcribir algunos de ellos, acortándolos donde consideré necesario, pero respetando siempre la grafía original. Esto dicen:

“20 de marzo. Salimos rumbo a La Colorada, una columna compuesta por 100 yaquis, 56 del 13º. Batallón, 50 del 14º. ,100 nacionales, 44 del 11º. Cuerpo Rural, 1 ametralladora. Columna al mando del C. Mayor Luis Medina Barrón, Comandante del 11º. C. Rural”.

“22 de marzo. A las 2 ½ salimos rumbo a La Colorada habiendo llegado a las 6 A.M., hora en que fuimos atacados por el enemigo, a las 3 de la tarde terminó el combate, teniendo que sostenerlo muy reñido para entrar a la Plaza, hora en que lo hicimos todavía bajo el fuego de algunas partidas”.

Los revoltosos estaban parapetados en el cerro de la central, punto donde se hizo la primera resistencia, la ametralladora la coloqué en las faldas del mismo cerro y bajo el fuego que hacían de dicho punto y los cerros de Las Amarillas, La Primavera, el río y las casas vecinas. La caballería enemiga se colocó por La Primavera, de donde fue desalojada por la ametralladora,… el fuego fue terrible… pero nuestras fuerzas… desalojaron al enemigo de sus ventajosas posesiones, la salida de los maderistas fue por rumbo a las Prietas, S. José de Pimas y Cajón de la Uvalama. Los destrozos que se les hicieron a los enemigos fueron grandes, pues se les quitó armas, municiones, monturas, maletas, caballos, una batería eléctrica para dinamita y proviciones de boca.

“27 de marzo. (En San Rafael) a las nueve de la mañana comenzó el ataque sobre la fuerza de Caballería enemiga,… A las 10 y  ½ se les quitó una de las casas inmediatas al Molino, donde establecí la ametralladora que era a mis ordenes… fue herido el Sargento de mi pieza Claudio Garibaldo del brazo izquierdo, único soldado que me quedaba de la escolta, pues los demás sucumbieron, en el avance,… como a las tres de la tarde se presentó una columna enemiga, compuesta de Infantería y Caballería, como de 100 hombres y sufrió el mismo descalabro de la primera, habiéndose batido unos con los otros de las partidas de los mismos.

Como a las 6 y 45 momentos en que yo avanzaba con mi pieza hacia el rancho lo de Nava fuimos nuevamente atacados, pero fueron derrotados por la partida del 13º.  Que era a las ordenes del Cap. Alfonso Carrillo Galindo y Tte. Fulgencio Apaez y la de Nacionales a las ordenes del Tte. Luis M. Hermosillo,… llegué a lo de Nava e instalé mi pieza arriba de la casa donde teníamos el depósito del parque”.

“29 de marzo. A las 2 A.M. nos atacaron de nuevo, pero fueron siempre derrotados no obstante su superioridad numérica, gracias a la habilidad y estrategia del Comandante Luis Medina Barrón, por este lado y del Sr. Coronel Ojeda de que dirigía las de S. Rafael, también obteniendo gloriosos triunfos”.

“30 de marzo. En la madrugada de éste día se incorporó a nuestra Columna, la del Tte. Coronel Mora, como a las 10 salió el Tte. Coronel Díaz con una columna a ocupar Guadalupe, donde se decía estaba el enemigo. El resto del día se pasó sin novedad”.

¡Este subteniente se llamaba Luis B. Cano Castellanos!

El exponente agregó: “…Cano fue posteriormente galardonado con la medalla “Campaña del Yaqui” y después anduvo en la Revolución con la “Brigada Ángeles” de las fuerzas de Pancho Villa; más tarde tuvo que refugiarse en los Estados Unidos pues  el “Cura” pretendía asesinarlo a él y a su jefe Triana, pero ese insubordinado fue fusilado por intrigante entre los generales villistas. Años después, traído al país de nuevo por el General Álvaro Obregón, con quien llevaba gran amistad desde antes de la Revolución, pues había sido instructor de las tropas obregonistas  en Hermosillo.

“Obregón le aconsejó quedarse en la capital sonorense antes de seguir al centro del país, pero Cano, ya entonces con el grado de Coronel, que había adquirido a los 27 años de edad, puso en Hermosillo una farmacia y se casó con la señorita Josefina Ávila Hazard (hermana de mi abuelo) y renunció a sus intenciones de volver al Altiplano, y a la recomendación de Obregón de volver al ejército.

¡Yo soy el segundo de los cuatro hijos de ese matrimonio!”, concluyó.

Puedo agregar, amables lectores, que en 1919, durante la candidatura de Álvaro Obregón a la presidencia de la república, don Jesús Ma. Ávila Barceló era el presidente municipal de Hermosillo; padre de la mamá del expositor y mi bisabuelo paterno.

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