Insomnio

Esta semana me atacó el insomnio, según lo que estuve leyendo es probable que, aunque no son excluyentes ni están supeditadas, sufra una de las… Esta semana me atacó el insomnio, según lo que estuve leyendo es...

18 de marzo, 2016
insomnio

Esta semana me atacó el insomnio, según lo que estuve leyendo es probable que, aunque no son excluyentes ni están supeditadas, sufra una de las…

Esta semana me atacó el insomnio, según lo que estuve leyendo es probable que, aunque no son excluyentes ni están supeditadas, sufra una de las siguientes condiciones: a) soy mujer b) soy anciano c) sufro algún desorden alimenticio d) padezco de algún trastorno psicológico/psiquiátrico o e) todas las anteriores…

Pues no, ninguno de ellos. Soy un joven pollo de 33 años que, dentro de las posibilidades, come bastante bien y sí, una que otra psicopatía, pero nada para preocupar.

El caso es que durante esta semana y uno que otro día más, he sido víctima de las bofetadas nocturnas que no permiten conciliar el sueño ¡y de qué manera! Tenía buen rato sin sufrir de esto, cabe señalar que para su servibar “buen rato” es cosa más o menos tres o cuatro meses. Existen diferentes tipos de este padecimiento: el que no te deja caer dormido durante al menos media hora, el que te despierta intermitentemente a lo largo de la noche y el que de sopetón te jala de las patas para no volver a pegar pestaña. A mí se me dan los tres, ahí se van campechaneando para agarrarme de sorpresa.

Y es que en realidad no me importa dormir poco, nunca he sido de mucho sueño, bastan seis horitas al día para estar fresco, listo y recuperado al día siguiente. Aunque justo en la semana escuchaba un estudio que dice que quienes dormimos tan sólo seis horas por día corremos el mismo riesgo que quien maneja bajo influencia de drogas o alcohol. Lo bueno es que no manejo. Seis horas por noche son más que suficientes. Pero una cosa es dormir poco y otra muy diferente es pasar una, dos, tres horas dando vueltas en la cama sin poder caer en los brazos de Morfeo. Pues así he estado, en el vaivén de los diferentes insomnios durante varios días. A estas alturas, entre falta de sueño y contingencia traigo unos ojos que cualquiera diría que me he estado borregeando a diario, y no ¡lo juro! En una de esas es lo que necesitaba para dormir ¡cómo no lo pensé!

Y cuando uno anda en estas le entra la desesperación y ya no sabe ni qué hacer. Recurrí al viejo remedio de contar borregos, pero no, nunca lo entendí. No falta el típico “trata de no pensar en nada” ¡error! El cerebro no funciona así, para no pensar en nada primero piensa en algo para después eliminarlo, el simple hecho de pensar en no pensar ya es un pensamiento, es como decir “no pienses en una manzana” todos los que están leyendo primero la imaginaron para después no pensar en ella. Total, que entre pensamientos y borregos la recámara ya estaba atiborrada y la opción fue levantarme por agua. Si siguiera siendo fumador me habría aventado una cajetilla (que por cierto acrecienta el mal), pero afortunadamente lo dejé y él a mí.

¿Leer? Nop, mala idea, bajo estas condiciones los ojos sólo pasan sobre las letras pero el cerebro no entiende nada, y tampoco me da sueño. Pensaba en escribir mi columna, pero gracias al anterior procedimiento de la no pensadera no conseguí absolutamente nada. Recordé entonces los ejercicios de respiración de mis cursos de locución, ahí me tienen que con la respiración china, respiración diafragmática, respiración hatha yoga. Pero lo único que conseguí fue una hiperventilada de aquellas que bien hubiera podido aprovechar para la desmayada y quedar tumbado, pero no fue así.

Para las tres de la mañana el cuerpo ya pedía esquina, último intento, llegaban los pensamientos que poco a poco se fueron convirtiendo más bien en divagaciones y finalmente en sueños, debo haber caído una hora después. Lo conseguí, el preciado sueño. Sólo dos horas después ¡arriba! A esas horas la cama me escupe a diario y no hay poder humano que me mantenga en ella. A empezar el día, y en la noche a por unos whiskies, que hay que pre festejar al compadre.

El insomnio afecta la memoria, provoca irritabilidad y… ¡maldita sea, no recuerdo qué más!

Voy vengo.

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