Aproximación al libro digital

Pasar para mí del libro físico; es decir, en papel, al digital fue un logro. No por una idea romántica sobre que el libro debe… Pasar para mí del libro físico; es decir, en papel, al digital...

3 de julio, 2015
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Pasar para mí del libro físico; es decir, en papel, al digital fue un logro. No por una idea romántica sobre que el libro debe…

Pasar para mí del libro físico; es decir, en papel, al digital fue un logro. No por una idea romántica sobre que el libro debe siempre sentirse, olerse, palparse; sino porque me costaba un gran trabajo adaptarme a estar leyendo –libros o textos de gran extensión— en una pantalla, a la que por más ajustes que pudiese hacerle al aparato con relación a tener una configuración mucho más adecuada para los ojos, siempre terminaba por cansarme.

Hasta ese momento en el que decidí intentar mi primera lectura “digital”, digamos, en forma, había leído varios poemarios en PDF, ensayos e incluso una que otra novela corta, en estos casos fue más por necesidad ya que conseguir el libro en estado físico era casi imposible.

Mi experiencia con los PDFs fue catastrófica. Se volvían lecturas casi obligatorias, sufridas, porque la pantalla de la laptop, y el estar subiendo la barra lateral para seguir leyendo, no sólo distraían sino me resultaba chocante. Aquello acrecentó mi idea de que el libro en papel debía sostenerse sí o sí, contra quién fuera.

Sin embargo, tal juicio lo hice desde una perspectiva única que bien podía defenderse por un tiempo, pero indudablemente tendría que caer. Y en mi punto de vista, para emitir un juicio (que siempre los juicios son ideas, opiniones, parciales sobre un tema determinado), medianamente acertado, se debe conocer otras aristas, otras perspectivas sobre el tema en cuestión.

Así fue como decidí buscar en la tienda Android el primer libro digital: Los premios de Julio Cortázar, libro que en algún momento tuve en mis manos y se perdió; libro que nunca terminé de leer porque se me cruzaban otras lecturas. Libro que tengo en mi biblioteca virtual (nada más ni nada menos que archivos en PDF), pero que después de mi primea experiencia con tal formato, jamás intenté leerlo. Es imposible disfrutar la lectura de un libro en PDF –al menos para mí.

Después de Los premios, seguí con Casi nunca de Daniel Sada para terminar con Mis mujeres muertas de Guillermo Fadanelli. Cabe decir que entré a leerlos con las mismas expectativas que tengo al leer un libro físico (al cual sigo prefiriendo a pesar de todo).

Mi experiencia fue grata. Los libros digitales se disfrutan. Las palabras se desarrollan de manera satisfactoria de cara al lector. Al principio me costó un poco de trabajo adaptarme –por la luz, la posición de la Tablet—, pero una vez encontré la postura ideal, aquellas lecturas se desarrollaron sin mayores contratiempos. 

Descubrí la funcionalidad del libro digital al igual que lo práctico que resulta llevar consigo una biblioteca virtual durante los viajes. En fin, mi juicio con respecto a los libros digitales cambió. Para mi gusto, pueden convivir ambos formatos sin mayores problemas.

El catálogo de libros digitales, al menos en la tienda Android, que están a disposición del comprador es aún pobre, faltan muchísimos autores, que entiendo, poco a poco irán digitalizándose; pero con los que cuentan al día de hoy es un muy buen comienzo.

Por otro lado, no veo al libro digital imponiéndose al libro en papel, no al menos en el futuro próximo. Todavía parte de la industria editorial está buscando las mejores formas para hacer dicha transición. Hay editoriales que se rehúsan a tal cambio. Otras más, las independientes, oscilan entre una y otra manera de ofrecer sus catálogos.

A este respecto, el editor, traductor, fotógrafo y director general de Ediciones del Ermitaño y Solar, Alejandro Zenker, en entrevista para la Revista Literaria Monolito, dijo que el libro físico estaría “condenado a vivir en los museos. Será un proceso relativamente corto que culminará cuando las actuales generaciones de inmigrantes digitales acaben por desaparecer y sean desplazadas por los nativos digitales. Eso sucederá, matemáticamente, por allá del 2060”.

Los libros digitales no nada más cambiarán la forma de leer libros, sino que el mercado cambiará indudablemente.

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